FORMA, ARTE Y DISEÑO
«El diseño (ocupa en el siglo XX) un papel tan o más importante que el que ha ocupado el denominado “arte mayor” a lo largo de la edad moderna...... El diseño no es mas que un aspecto de la historia del arte, uno de sus espacios topográficos.... en que se incorporan algunas pertinencias que no fueron sobresalientes en la historia del arte...... El diseño equivale, en cierto modo, a todo lo que fue el “arte” más algunos elementos propios del desarrollo industrial: técnica, reproductibilidad y consumo, como quizá los más importantes.» Jordi Llovet (1)El diseño es la técnica que estudia los procesos y medios por los cuales se crean formas destinadas a satisfacer necesidades particulares de la actividad humana, además de otras estéticas y simbólicas. La satisfacción de una necesidad determina el carácter utilitario o funcional del objeto del diseño. La materialidad de las formas producto del diseño se constituye en visualidad estimuladora del aparato sensorial del hombre, y por lo tanto portadora de contenidos estéticos. La aprehensión que el usuario hace de sus valores como entes útiles y bellos, cualifica las formas del diseño como hecho culturales connotadores de significado.
Esta triple determinación diferencia a los productos del diseño de otros, en especial de los de las bellas artes, en los cuales solo el contenido estético (la forma) y los significados desprendidos de este importan (al menos para quien los produce), y en donde la función no procede, o mejor, no justifica el hecho artístico. El diseño entonces privilegia una función utilitaria, concibiendo su objeto para una necesidad material sentida, que determina en su génesis la forma de su producto, no obstante sus implicaciones como hecho estético connotador de significados, la cuales son el atributo artístico de este oficio. Son entonces la función de una parte y la forma por otra, los puntos de divergencia y convergencia respectivamente entre diseño y arte. De esta forma y tal como sucede con la arquitectura y el oficio de arquitecto, el diseño tiene tanto de técnica como de arte, lo que lleva a algunos a definir el diseñador como un profesional a medio camino entre la técnica y el arte. (2)
Las variables esenciales que determinan el objeto y la practica del diseño son entonces tres: forma, función y significado. Cada una de ellas tiene su propio peso especifico dentro del ejercicio del diseño y se puede decir que una buena solución de diseño es aquella que responde acertadamente a las implicaciones en cada una de las tres variables, juego interactivo que Saldarriaga y Fonseca comparan a una «tríada gramatical (en la cual la) función actúa como componente sintáctico, (la) forma como componente proyectivo y (el) significado como componente semántico.» (3)
La determinación de la variable función constituye el aspecto mas inmediato de los estudios sobre el diseño y es el mas documentado. Esto se entiende en tanto su determinación como variable primaria del diseño, quizás su aspecto mas prosaico. Las leyes que la rigen se extraen de una amplia variedad de campos del conocimiento, como por ejemplo la ingeniería, la estadística, la antropometría, la sicología, el mercadeo, etc. Es en últimas el aspecto pragmático del oficio. Por el contrario la forma y el significado, representan el lado subjetivo del problema, en tanto su discurso puede elaborarse exclusivamente a partir del texto de la obra, esto es, su visualidad. (4)
La mayor parte de los estudios sobre el significado visual de los objetos del diseño se remiten invariablemente a la determinación de la relación de causalidad entre forma y función, juicio a partir del cual se valora la pertinencia de su propuesta. Sin embargo por mas que pese el ancestro funcional en el resultado, siempre habrá significados independientes de la función, gracias a la capacidad intrínseca de la forma de transmitir, evocar o sugerir ideas en el receptor, independientes de los motivos y razones, o buenas intenciones del creador. Lo que indica que la realidad tal como es, materia física significante de significados construidos desde el receptor, invariablemente independientes de los significados posibles gestados en la mente del creador —incluso aquellos adjudicados por la cultura, mediadora sempiterna entre ambas partes del proceso de comunicación visual— hace parecer siempre subjetiva a terceras personas el juicio sobre el significado de las formas, en tanto lo único verdaderamente objetivo es el fuero simbólico que reside en la mente de cada observador individual, y que Pelayo García en su tratado de materialismo filosófico define como objetivismo estético. Para García la obra de arte será sustantiva, en la medida que logre evocar significados sustantivos en el receptor, que son independientes de los tenidos en cuenta (o “cometidos”) por el artista en el momento de la creación, siendo mera coincidencia la convergencia semántica entre ambas partes del proceso. (5) Este planteamiento habla de una ruptura con el tradicional enfoque lingüístico de la convergencia de los procesos de creación y observación en la obra conclusa, lugar en donde emisor y receptor dan sentido a la producción de la obra de arte. (6) Es por eso que detrás de los significados aplicables a cualquier fenómeno visual, sea este producto del diseño o las artes, subyace un sistema de leyes o principios invariables del fenómeno estético, significados que algunos autores denominan “estructura visual”, de acuerdo con el concepto de estructura definido por Piaget, y que podemos esquematizar como el sistema de leyes que determinan el resultado de las transformaciones en un conjunto cualquiera sea este de ideas o materia. (7) El significado de esta visualidad, que es relativamente autónoma de las variables descritas, se constituye en un discurso independiente, con sus propias normas o leyes, el cual nos proponemos abordar en este trabajo.
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NOTAS
- De Jordi Llovet, en “Ideología y metodología del diseño”, Editorial Gustavo Gili, Barcelona, 1.981, pág. 118.
- Jesús Solanas se refiere al diseñador como una «mezcla de técnico y artista, imaginativo y creador; pero, a la vez, inmerso en la sociedad en la que vive», esto último con la finalidad de puntualizar sobre el carácter industrial de la sociedad que da lugar al oficio de diseñador tal como lo entendemos hoy en día, y en la que arte y técnica adquieren unos roles muy definidos, en una especie de pudor vergonzante de frente a los orígenes, similitudes y convergencia de procesos entre ambas actividades. Al respecto, Solanas agrega que «el diseñador ha merecido llamarse un «artista de nuestro tiempo». Toma el arte y lo expresa a través de cualquier elemento de uso diario o de comunicación visual. Su función se acerca más al campo del arte que al de la técnica, pero se diferencia del artista puro en que las obras del diseñador tienen respuesta objetiva a unos fines concretos, a un público definido y a unos condicionamientos de carácter mecánico o técnico. El límite con el técnico o el ingeniero radica en que el diseñador interviene únicamente en aquellas partes de los productos con las que el factor humano entra en relación directa perceptiva y operativa; es decir, en su apariencia y función». (Jesús Solanas, en “Diseño, arte y función”, Salvat Editores S.A., Barcelona, 1985, pág. 9)
- L. Fonseca y A. Saldarriaga, en “Lenguaje y métodos en la arquitectura”, Cuadernos Proa 1, Ediciones Proa Ltda., Bogotá, 1983, pág. 22. Aunque en este texto la precisión de las variables del diseño es aplicada a la arquitectura, tanto por extensión dimensional como por la paternidad que del diseño se reconoce en la arquitectura (al menos en su oficio), la hacemos extensiva sin reserva alguna a la generalidad del diseño.
- Para Jordi Llovet el “texto” es «un objeto que se nos aparece ante alguno o varios sentidos» (Ibídem citado arriba, pág. 28), lo cual lo delimita a la noción de realidad física. En nuestro caso, utilizaremos el término en una acepción más amplia, siempre para referirnos a la visualidad operativa bien sea de un objeto, o bien de una idea (en su sentido platónico).
- «Las concepciones objetivistas de la obra de arte subrayarán sus componentes re-presentativos y objetivos capaces mejor de producir (intencionalmente o de hecho) sentimientos subjetivos (impresiones, apelaciones) que expresarlos. El objetivismo no niega los componentes subjetivos, expresivos o apelativos, implicados por la obra de arte; sencillamente los subordina a sus componentes representativos y pone como criterio de valor de la obra de arte esta su capacidad de volverse hacia las formas representativas aun cuando lo representado (o la materia de la representación) sean estilizaciones o analogías de sentimientos subjetivos. Al ser éstos representados, la obra nos distanciará de ellos, los estilizará y los presentará en una publicidad virtualmente universal y no privada.» (Pelayo García Sierra, en “Diccionario filosófico”, capítulo “La filosofía del arte”, ítem 656 “Objetivismo estético”, www.filosofia.org/filomat/, 2001)
- «La sustantivación o hipóstasis de la obra de arte tiene lugar mediante la construcción o representación que comporta según su terminus a quo la segregación de la obra respecto del artista, pero según su terminus ad quem la constitución de un encadenamiento circular y consistente de fenómenos. Esto es tanto como una recusación de las teorías del arte como lenguajes, teorías fundadas en la aplicación metafórica de la relación emisor/receptor a la relación artista/público. Pero la obra de arte sustantiva no es un «mensaje» que el autor enviase para comunicarse con el público; podrá ser este su finis operantis pero no es el finis operis. Incluso en los casos en los cuales la obra de arte es literaria, es decir, consiste en palabras líricas o dramáticas, la obra sustantiva no es un mensaje, ni una comunicación, ni un diálogo que el autor establece con el público: toda la comunicación o diálogo que de hecho se establezca se mueve en un terreno distinto al terreno del arte. Lo que el público de la obra sustantiva escucha o ve no es al autor, sino a los personajes que «hablan entre sí»; incluso ante un poema lírico, un lector, salvo que quiera convertirse en psicólogo, sólo verá en el autor a «alguien», perteneciente desde luego a una época determinada, que escribió lo que escribió y que está ahí para ser leído.» (Pelayo García Sierra, en “Diccionario filosófico”, capítulo “La filosofía del arte”, ítem 662 “Materialismo filosófico como objetivismo estético”, www.filosofia.org/filomat/, 2001).
- «En una primera aproximación, una estructura es un sistema de transformaciones que entraña unas leyes en cuanto sistema (por oposición a las propiedades de los elementos) y que se conserva o se enriquece por el mismo juego de sus transformaciones, sin que éstas lleguen a un resultado fuera de sus fronteras o reclamen unos elementos exteriores. En una palabra, una estructura comprende así los tres caracteres de totalidad, de transformaciones y de autorregulación.»” (De Jian Piaget, en “El estructuralismo”, Ediciones Orbis S.A., Barcelona, 1985, pág. 10).
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